La verdadera castidad está en el corazón, allí está la pureza, la incondicionalidad y la auténtica bondad (bonding, unidad) en la que se reconoce la armonía de toda la Creación. El cuerpo es una herramienta para compartir amor, y cuando no se le da ese uso aparece la promiscuidad y la consecuente intención de reprimirla, y ambas son las dos caras de la misma moneda.
Jesús María Bustelo Acevedo
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