Toda la parafernalia proteccionista que la paganería social edifica en torno a la mujer con la base del miedo no es más que paternalismo disfrazado de supuesta búsqueda de la igualdad; una igualdad que nunca puede llegar desde una sociedad (con sus élites, fronteras, contradicciones y dogmas impositivos) determinada por la propia desigualdad.
El Estado se convierte en el macho alfa protector que permanentemente manda mensajes de miedo a las mujeres: "sois más débiles, sois más frágiles, sois más vulnerables... En cualquier momento se os puede agredir, menoscabar, incluso asesinar... El enemigo es el varón, pero yo, el Estado, estoy aquí para protegeros..." Con esta idea inoculada en el subconsciente, las relaciones cotidianas están determinadas a ser dolorosas y fracasar... Relaciones con padres, hijos, parejas, compañeros de trabajo, amigos, vecinos del sexo opuesto están condicionadas por este veneno (veneno que se toman las propias mujeres a las que supuestamente se protege)... Y, al mismo tiempo, la relación conflictiva madre-hija, como otras que se dan entre las propias mujeres quedan obviadas, como si no existieran (de ahí la normalización del ataque destructivo de mujer a mujer que se da en los medios: una vez que se ha determinado que la mujer es víctima y sólo víctima, cualquier mujer que lo ponga en duda y proponga otra visión más positiva, asertiva y empoderante es despreciada e insultada... ¿Cómo no iban a insultarla cuando mujeres supuestamente feministas ya insultan a las propias mujeres maltratadas llamándolas idiotas, retrasadas, manipuladas, sometidas, etc.? -Esto, por cierto, convierte a las supuestas víctimas en verdugos de sus propios padecimientos, y de esta contradicción emanan los mensajes que exigen de las mujeres una lucha permanente por sus derechos... Es decir, la consigna tácita es: "las mujeres tienen que luchar, los hombres que hagan lo que les dé la gana"... Se les exige luchar por una sociedad más justa, cuando una sociedad fundamentada en el miedo nunca puede ser justa y luchar por ella es arraigar más esa injusticia y darle más crédito al miedo sobre el que ha sido edificada).
El Estado (que pongo con mayúscula para identificar y para subrayar el daño mayúsculo que hace a la sociedad a la que supuestamente debe servir) no es más que una maquinaria opresiva de la cual no puede emanar solución alguna a ningún problema porque él en sí es el problema: es el hijo del miedo y por lo tanto su único propósito es darle continuidad.
Jesús María Bustelo Acevedo