En la cultura occidental (la de la religión atea) las relaciones de pareja son siempre conflictivas, son combates de boxeo, egos que se confrontan para reivindicarse a sí mismos. Es la caricatura grotesca del amor. La degradación llega a tal extremo que el ególatra se siente realizado al destruir a su pareja... Lo que está fuera del ring les parece fantasías de místicos, poetas y desequilibrados.
Jesús María Bustelo Acevedo
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