Los roces son normales en la convivencia, no por eso hay que vivir solo. Además, nadie vive solo, ni siquiera el ermitaño de la montaña. Y si te vas a vivir solo porque no puedes convivir, entonces en tu cabeza sigues viviendo con aquellos con los que no puedes convivir y que son los que han determinado tu supuesto aislamiento. El problema es otro, el problema es que muchas mujeres siguen creyendo que la vida y el mundo son su pequeño refugio doméstico, y allí se enclaustran y se van autoconsumiendo como si fueran monjas: la diferencia es que las monjas están en un camino místico y ellas están en una huida de sí mismas.
Jesús María Bustelo Acevedo
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