El Sol te nutre, pero en exceso te roba la energía. La viejas tribus salvajes saludan al Sol con gratitud porque saben que en su luz está la vida. "Yo soy la Luz del mundo", dijo Jesús, la Luz del Reino de Dios, ese que "está en vosotros". Amaterasu, la Diosa del Sol, se oculta en su cueva y la vida se acaba para todos. Sólo la danza y la música pueden sacarla de ahí. Sin luz no hay belleza y la belleza es verdad (lo dijo Keats) y la verdad nos hace libres. Puedes acabar con todo un panteón divino, pero el disco solar siempre seguirá vigente, como bien sabe Akhenaton: Atón, el dios de la justicia y la bondad infinita, brilla para todos por igual. Muchas gracias.
Jesús María Bustelo Acevedo