Según la Biblia, en el Paraíso estábamos desnudos... Quien se avergüenza de su desnudez, se avergüenza de la Santa Obra de Dios. Que tu mente desnuda reconozca la eterna desnudez del Amor invisible.
Desde el ego, pretendemos crear un orden válido que justifique nuestros errores, o que nos permita purgarlos como mártires resignados... Desde el ego, no reconocemos el Orden Armónico de la Eterna Inocencia.