Así los queremos: borrachos, drogados, lujuriosos e hipnotizados por el fútbol... Así sólo causan perjuicio en sus hogares, sus barrios y sus entornos, y nuestra élite segregada puede disfrutar tranquilamente de sus privilegios.
Cuando recargas tu energía dando portazos, gritando iracundo, compartiendo odio o complaciéndote en el dolor de tus semejantes, es sólo tu realidad efímera e ilusoria lo que estás re-cargando.